Anna del Boca rompió el silencio y por primera vez pudimos escuchar su verdad. La hija de Andrea del Boca
habló de todo, desde su dura infancia en los juzgados y la batalla
legal contra su padre, hasta su fuerte relación con la familia materna y
el amor por su madre.
Héctor Maugeri, vice Director de CARAS, nos muestra
en esta profunda entrevista, todos los aspectos de la vida de la joven.
En parte de la charla, Anna se abre completamente, y con congoja logra
relatar su dura infancia.“Todo me llevó a sentir de una manera más profunda y potente. De niña era gordita y recuerdo que los chicos hacían una lista de la más linda a la más fea. Yo estaba en el último lugar. Y me hacían sentir todo, que no era linda, que era gordita. Que no pertenecía a ningún lugar”, aseguró Anna en la charla.
—¿Su dolor se agudizaba cuando estaba cerca de su padre?
—Ante todo quiero ser clara, yo a él lo llamo progenitor masculino, mi padre siempre fue papi, Nicolás.
—¿Usted sabe si su padre, o progenitor masculino, soñaba con que usted naciera?
—No, no lo sé. Y nunca me hizo falta saberlo. Siempre supe que fui soñada por mamá. Para mí lo normal fue tener cerca a mi madre, sola, acompañada de mis abuelos.
—¿Cuándo conoce usted a su progenitor?
—No lo sé, era bebé.
—El afirmó en muchas entrevistas públicas que quiso recuperarla, establecer un vínculo con usted y que todos esos esfuerzos se vieron impedidos por su madre.
—Es muy fácil hablar para las cámaras…Lo importante son los actos, no la palabra.
—Y en los actos, ¿cómo era su vínculo con él?
—Nunca hubo mucho interés por parte de él. Y no es que a mí me parecía, era así.
—¿Cuándo fue la última vez que lo vió?
—A los ocho, o nueve años. Luego jamás volví a verlo.
—A los nueve años uno tiene recuerdos claros y precisos de lo que siente y lo que le hace bien. ¿Usted decidió no volver a verlo o fue inducida por su madre?
— Me hacía mal verlo.
—¿No se portaba bien con usted?
—Me hacia sentir mal. No me sentía bien.
—¿Usted sintió que no la quería?
—¿Él? No. Es más, tampoco recuerdo haberle dicho un te amo jamás. Y él menos. Y eso que yo soy muy cariñosa. A mi mamá le digo 40 veces por día te amo…
—¿En la intimidad nunca recibió por parte de su progenitor un gesto de amor?
—Intimidad no había. No había afecto. No me quería.
—Hay muchas madres que apartan a los hijos de sus padres desde la palabra y el empoderamiento.
—Aclarando bien esto, mamá siempre fue defensora de mi esencia. Ella siempre me dió esa libertad de decidir. Siempre me dijo que hablara con él, que lo llamara para su cumpleaños, para el Día del Padre…Yo era la que no quería. La que no sentía esa necesidad.
—Sigo sin entender el por qué usted decidió no volverlo a ver…
—Pasaron un montón de cosas…(llora) Hay distintos tipos de abuso, está el físico, el mental, el verbal, el sexual o psicológico. Cuando estaba con él no me sentía respetada, no me sentía en mi casa, no me sentía querida. Recuerdo que una vez que le escribí una carta a la jueza contándole que estando en una cena familiar él me miraba con un asco…(se quiebra) Yo no entendía por qué. Entonces el me miró y me dijo : “Tenes olor a culo, no te quiero al lado mío…”. Llegué a mi casa destrozada. Siempre para él había algo mal. Si tenía el pelo largo, parecía una sirvienta, si usaba un par de zapatillas, era una pobre, y ser pobre y sirvienta para él era un asco. Me gastaba…Y a los nueve años ya no quise verlo más.
—Hoy es una mujer y puede ver su vida y su propio dolor desde otra perspectiva. ¿Sería capáz de perdonarlo para reiniciar un vínculo fraternal?
—Yo no controlo al otro. El nunca quiso comunicarse conmigo. Yo no odio nada, pero si hay algo que de verdad me provoca ese sentimiento, es la hipocresía. Y haberlo escuchado en los medios hablar de mí, me resultaba hipócrita. Me gusta la idea de hacer justicia. De limpiar.
—¿Para usted cuál sería el ideal de justicia que necesita para sanar de los dolores del pasado?
—Haciendo lo que estamos haciendo ahora, poder hablar. Tener la posibilidad de abrirme públicamente es un montón. Cuando toda la familia estaba organizando un viaje al exterior, yo tenía que pedir permiso tres meses antes para salir del país. Todo era pidiendo permiso. No podía respirar. En una oportunidad escuché a mi progenitor decir que mi madre me había lavado el cerebro para que yo no pudiera tener un vínculo con él. Puede que haya madres que obtruyan el vínculo parental, pero no fue mi caso. Pensar de esa manera, y en mi caso, sería minimizar todo lo que personalmente he padecido.
—¿Es cierto que pensó recurrir a la justicia para sacarse el apellido Biasotti?
—Sí, porque siempre fuí Anna del Boca, para todo el mundo. Tener ese apellido en mi DNI no es lo más feliz de mi vida.
—¿Quién reemplazo la imagen de su padre en su crecimiento y formación personal?
—Nicolás del Boca, mi papi Ede, mi abuelo, no sé porque le decía Ede, y a mi abuela, Ana Maria, siempre a la que siempre llamé Ala. (llora) El siempre me escuchó mucho, desde chiquitita. Me dió la seguridad que no tenía. Jamás me subestimó por ser niña. Fortaleció mis heridas. Cuando hablo de él siempre lo hago en tiempo presente porque siempre fue un ángel. Su presencia está a mi lado. Cuando estaba triste me decía :“Hija, vas a estar bien…” y yo me sentía segura y calmada.
Revista Caras
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